El paisaje siempre ha formado parte de mi pintura. Siempre desde el natural, siempre en primera fila contemplando el espectáculo del color de la realidad. Observarlo, ver el sol moviéndose sobre él, comprender el paso del tiempo en forma de luz sobre cada detalle y volver a él y elegir esa hora o esos minutos en los que es más bello. A veces tener la sensación de conocer ese lugar de una manera profunda.
He viajado con los cuadros y he pasado horas y horas, días y días, en el mismo lugar. Podría ver más, pero he decidido verlos bien. La pintura es un registro de fascinación.